No se.
Todo es tan extraño, tan relativo.
Los escucho a todos, los veo a todos, pero es como si hubiese una distancia de millones de kilómetros. En cambio, los sentimientos están tan cerca, son como una ola de calor constante. Cada voz, cada caricia, cada mirada cae sobre mi como un manto de ternura. Y creo que es esa ternura la que me retiene, ¿no es curioso?. 
No quiero hacer daño a nadie y menos a quien me quiere.
Así que la ternura me ata a este lado del camino, mientras algo me llama al otro.

Bueno, puede que me quede para siempre, en esta tierra de nadie.
Una partida de ajedrez sin fin, sin ganador ni perdedor.
Tablas eternas.

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