Dije que no tenía mucha hambre, aunque, si bien era algo cierto, había comenzado una dieta que quería seguir seriamente.
Con ella empecé a escoger concienzudamente lo que tenía que comer y lo que no.
Adquirí buen ojo ara reconocer lo que engordaba: sin haberlo leído jamás, sabía exactamente lo que tenía que tachar de mi menú.

Me lo tomé cada vez con más fanatismo.
Y bueno, una dieta; ¿qué chica no sigue una dieta?; se trataba simplemente de una adolescente insegura y ya se me pasaría.
Nunca había estado gorda y tenía un buen aspecto. Pero yo me sentía enorme. El adelgazamiento comenzó lentamente; el primer mes no noté nada. Pero, de pronto, los kilos empezaron a volatilizarse. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario