No era siquiera un sentimiento barato lo que sentía, es decir, no sentía absolutamente nada: vacío. El deseo de sufrir y la imposibilidad de sufrir, el deseo de sentir y la imposibilidad de sentir. Sabía muy bien cómo debía hacerlo pero no podía, lo cual no podía aceptarlo. En todos los sentidos, esperaba demasiado de la vida, de mí misma y de mí entorno.
Esperanzas de pensar y de sentir.

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